La educadora y poeta, pionera de las investigaciones sobre el origen de la gastronomía peruana y autora de varios cuentos cortos y libros de poemas, falleció en Lima a los 88 años.
Alegre, expresiva, innovadora, siempre inquieta y adelantada a su tiempo; en suma, una mujer de avanzada. Así la recuerdan todos los que conocieron a Aída Tam Fox, la educadora, escritora y poeta tusán que falleció a los 88 años, y se fue dejando un enorme ejemplo y legado que marcó el camino de una generación. Aída Tam destacó desde muy joven. En los años 50, cuando la educación de la mujer estaba orientada a reforzar su rol de madre y esposa, una espabilada estudiante de ascendencia china ya cursaba en simultáneo, y en la prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos, tres carreras universitarias: Educación, Periodismo y Derecho. Aunque ejerció la docencia casi toda su vida y llegó a ser directora del colegio General Prado –en su querido puerto del Callao–, muy pronto descubrió su pasión por las letras, que años más tarde la llevaría a publicar diversos cuentos cortos y poesía, en la que aborda temáticas como el romance, la vida familiar, lo regional y diversas actividades cotidianas. Su obra era sencilla, pero profunda. No en vano fue contemporánea del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
Aída Tam Fox, en la foto, con la obra que le valió el Gourmand World Cookbook Awards A la izquierda, portadas de su legado poético y literario.
Su obra
Entre sus publicaciones destacan “Tiempos de Entrega” (1999), “Memoria del Viento” (2001), “Coloquios” (2002) y “Antología” (2003). Pero quizá su obra más popular fue “Vocabulario de la cocina limeña”. El libro contiene abundante información histórica sobre el origen y las raíces de las palabras de la cocina peruana. Y no solo eso, incluye también datos sobre la evolución, fusión y los cambios de la gastronomía e, incluso, algunas recetas. Lo más curioso es que el libro fue concebido por Aída Tam más de 50 años antes del conocido boom de la gastronomía peruana, cuando nadie hablaba del tema. Precisamente ese fue el contenido de su tesis para graduarse como profesora de Lengua y Literatura, y la convirtió una vez más en una pionera; una mujer adelantada a su tiempo.
Rosario Soto Tam, hija de la educadora, recuerda a su madre como una mujer muy sociable y siempre activa; que investigaba y trabajaba en muchas cosas en paralelo y pertenecía a varias asociaciones, como la Mesa Redonda Panamericana, el Consejo Nacional de Mujeres y el Centro de Investigaciones Históricas del Callao, donde era presidenta. “Mi madre era una persona muy alegre, comunicativa, habladora, audaz y siempre curiosa. Era una señora de avanzada, con alma de historiadora, que desde que era chica sorprendía a todos por su entusiasmo de estudiar, viajar, investigar y siempre seguir creando y aprendiendo”, refiere. Sin duda, una mujer inspiradora cuya vida, dedicada a enseñar y compartir sus conocimientos y sabiduría, hoy es un legado para las generaciones más jóvenes.
