La Nueva Ola

La comunidad china en el país se diversifica.

Escribe Sergio Carrasco 

Tras 175 años de la llegada de los primeros inmigrantes chinos, el flujo de ciudadanos de ese país que se aposentan al otro lado del globo terráqueo, en nuestro país, no ha cesado. Para Isabelle Lausent-Herrera, autora de Templos y Sociedades Chinas en el Perú y de más de una decena de artículos sobre la inmigración china, la corriente reciente ha reforzado y rejuvenecido la comunidad china. Esta nueva ola no es, en sólo un sentido, del todo nueva: la llegada de migrantes de Cantón, hoy Guangdong (广东), la provincia más poblada de China, y la vecina Fujián (福建), acaso más acentuadamente, no ha cesado, si bien no en la magnitud de otros momentos. Lo que tiene de novedoso, sin embargo, es que, siendo China un país distinto al de las oleadas migratorias de fines del siglo XIX y principios del XX, se trata de emigrantes con perfiles distintos a los de quienes los precedieron. Pero también hay, por otro lado, un componente absolutamente novedoso. La nueva ola está así mismo relacionada con el programa conocido como “reforma y apertura” (改革开放; Găigé kāifàng en pinyin), enmarcado en el denominado “socialismo con características chinas”, que emprendió a partir de 1978 Deng Xiaoping (1904-1997) a la cabeza de un sector reformista del Partido Comunista. Este programa se tradujo en la apertura de la economía y la inversión en el exterior buscando darle sostenibilidad a aquella, siendo el Perú una de las primeras cabeceras de playa con la adquisición, en 1992, de Hierro Perú por parte de la empresa estatal Shougang de la Municipalidad de Beijing. Se trató de la primera compra china de gran envergadura en el exterior, por lo que, como señala la historiadora Boya Li, fue “un acontecimiento emblemático en la historia de la reforma económica china”. Desde entonces, las inversiones del gigante asiático en el país no solamente han sido de grandes empresas sino también de medianas.

Así se explica el desembarco, al compás del crecimiento de la inversión de ese país, de profesionales diversos, provenientes de todas las provincias de China, gran parte de ellos con formación universitaria y nivel adquisitivo de consideración (gerentes, ingenieros, expertos en comercio, profesores, etc.), enrolados en las diversas empresas chinas.

Como señala Daniel Méndez en “136: el plan de China en América Latina”, la presencia de estos “nuevos chinos” es más bien discreta. Se trata de un menor volumen de inmigrantes y, de otro lado, no trabajan detrás de un mostrador ni al frente de un chifa, ni transitan por la calle Capón y alrededores. Laboran a puerta cerrada en oficinas en San Isidro, son residentes de San Borja (donde se habla ya de un nuevo “barrio chino”), Surco y La Molina, y son comensales frecuentes de sofisticados restaurantes en Miraflores. Para comunicarse en su idioma usan el mandarín, no hay asomo de dialecto cantonés alguno, y por lo general dominan el inglés mejor que el español. Aunque no existe vinculación entre estos nuevos migrantes y la tradicional comunidad china en Lima, esta favorece el ambiente social y cultural apropiado para aquellos, a través de puntos de contacto como los chifas.

 

«Hablantes de otro dialecto distinto al cantonés, los migrantes de la provincia de Fujián, muchos de ellos emprendedores de chifas, forman un grupo aparte.»

 

En cifras

Citando información del Consulado chino en Lima a febrero del año 2000, un trabajo etnológico de María A. Benavides “Análisis comparativo de estudios de caso: inmigrantes chinos en Sao Paulo, Brasil, y Lima, Perú”, indica que en nuestro país había entonces:

175 años después, ¿cuáles son los números principales de la migración?

25 mil chinos con permiso de residencia.

85 mil personas nacidas en China con nacionalidad peruana.

1.5 millones de personas peruanas por nacimiento con uno de sus padres o abuelos nacidos en China. En estas cifras no están incluidas personas de Taiwán ni de Hong Kong.

El censo de 2007 identificó a 3,450 chinos residentes en Perú.

Para 2013 la Superintendencia Nacional de Migraciones elevó la cifra a 9,222 (12% del total de extranjeros, una comunidad más numerosa que la de colombianos, estadounidenses y españoles). El número de ilegales puede hacer variar sustancialmente esa cantidad.

 

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