EN ETERNO MODO PREGUNTA

Una suerte de constante inconformidad ha ido llevando a Arturo Chung Díaz a profundizar cada vez más en sus conocimientos. Además de ir saciando esa suerte de sed por el saber, su vocación ha resultado una bendición para cientos, si no miles, de familias del Perú y de afuera.

 

Si hay una característica que define al biólogo embriólogo Arturo Chung Díaz, esa es la curiosidad. Y si hay una esfera de acción que le permite dar rienda suelta a esa característica, esa es la investigación:

“Poco a poco me he ido dando cuenta de que cada vez que uno encuentra una respuesta a una pregunta a través de una investigación, se le generan un número mucho mayor de interrogantes. Yo dejé de estudiar medicina porque su ejercicio se basa en la aplicación de lo que otra persona investigó. Entonces, me fui al lado de la observación y a hacer algunas preguntas: ¿Y por qué se puede hacer esto aquí? ¿Por qué no se puede hacer esto acá?”, cuenta.

Incluso fuera del campo laboral, en sus tiempos libres, en el ámbito de lo privado, son los viajes por carretera y la fotografía —con todo lo que estas actividades ofrecen a la percepción de un ojo atento— sus quehaceres favoritos.

 

Ha sido director de laboratorio, gerente general y es accionista de In Mater, el laboratorio peruano con mayor número de procedimientos, tecnología e investigaciones.

 

El descubrimiento

Precisamente, su afán por encontrar nuevos saberes fue lo que lo impulsó a saltarse el tramo que hace de un estudiante universitario un investigador. Desde que llegó a la Universidad Peruana Cayetano Heredia para estudiar Biología, empezó a incorporarse a equipos de trabajo, como practicante y como ayudante. De esta manera, se le fueron abriendo las puertas del Laboratorio de Endocrinología, del Instituto de Investigaciones de Altura y de los Laboratorios de Investigación y Desarrollo de la misma casa de estudios. Su dedicación, que incluía largas estancias en las salas de la biblioteca, primero, y horas y horas de navegación en una novedosa internet, después, así como su trabajo en temas como hormonas, aplicación de la maca en reproducción animal y humana, y biología molecular, lo hicieron un candidato perfecto cuando el boom de la fecundación in vitro activó el reclutamiento de nueva gente para la embriología.

No solo fue enviado a capacitarse en diferentes países; también fue invitado a incorporarse al laboratorio de reproducción asistida del Grupo Pranor, entonces el más grande en cantidad de procedimientos del país, a ver si encajaba en la labor. Una estancia de dos semanas, a prueba, se convirtió en una permanencia de tres años y en el desarrollo de una trayectoria que lo ha llevado no solo a ser ahora uno de los propietarios de In Mater, el laboratorio más importante del país en lo que a reproducción asistida se refiere, sino a reunir una y mil anécdotas que lo llenan de satisfacción. “Una vez, en una reunión de padres de familia, el papá de una de las compañeras de mi hija me dijo: ‘Yo te conozco de algún lado. ¿A qué te dedicas?’. ¡Resultó que una amiguita de mi hija había venido al mundo como resultado de mi trabajo! He podido ayudar a gente muy allegada a mí, a familiares indirectos, a cuyos hijos ahora veo crecer. También vienen personas que no reconozco, a pesar de que me saludan con nombre y apellido, a presentarme a sus bebés, y me dicen: ‘Me cambiaste la vida’”, rememora emocionado.

La pasión que confiesa sentir por su trabajo no le impide, sin embargo, reconocer que el éxito de las investigaciones que implica cada caso es, cada vez más, producto del aporte de un equipo multidisciplinario: “No es solo el médico quien hace un trabajo de estímulo hormonal para que nosotros en el laboratorio podamos obtener los óvulos, sino que hay todo un mecanismo más grande, que contempla alteraciones hormonales, el manejo del estrés psicológico, la ansiedad y depresión, el tipo de alimentación y el estilo de vida que lleva la persona; entonces, el trabajo se ha vuelto muy integral, pero el laboratorio es el corazón del procedimiento, donde se da el 70% del tratamiento. Allí se hacen muchos estudios previos para generar embriones con posibilidades de lograr un embarazo que llegue a buen término”, explica. (M. CH.)

 

Durante un año sabático en el 2014, el científico volvió a las aulas en el IPAE y la Universidad del Pacífico para tomar cursos de gestión de clínicas y laboratorios. Acaba de terminar, en ESAN, su maestría en Gerencia de Servicios de Salud.

 

En veterinaria hay un campo promisorio para salvar especies y proteger otras como el caballo de paso peruano.

 

Preservación de lo peruano en el reino animal

Fue durante sus años escolares que Arturo Chung y su familia vivieron en el Fundo Oquendo, en el Callao. Allí, en la chacra que había sido de su abuela, el pequeño Arturo aprendió a convivir con animales. Quizás por eso guarde gratitud a aquellas especies que hicieron posible el desarrollo, inicialmente en el campo de la veterinaria, de los conocimientos que hoy en día le sitúan en la reproducción asistida de humanos, y considera justo hacer con aquellos a los que San Francisco de Asís llamó “hermanos menores” beneficiarios también de tales saberes. “La reproducción asistida es una herramienta que puede salvar especies en extinción, también preservar y mejorar sus rasgos positivos”, explica. En su entorno, detalla que eso se aplica en la conservación de ciertas características del caballo peruano de paso —considerado como amable y pacífico— que en cuatro tiempos sin parar de jinetear da una cadencia que, más que un trotar es una especie de danza.

 

 

Debido a que sus estudios en fisiología de la altura y de aplicación de la maca lo llevaron a recorrer zonas altoandinas, el embriólogo ha desarrollado un sentimiento especial por tales regiones, habitantes y su cultura. Por eso piensa también en los beneficios que podría significar para las comunidades encargadas de su cuidado la reproducción asistida en vicuñas: “Se trata de repotenciar algo muy peruano. La vicuña está en el escudo nacional. Es una especie protegida y la venta de la lana ayudaría a mucha gente. Para mí es un reto poder desarrollar este trabajo. Mis padres me enseñaron a siempre tratar de ayudar en lo que pueda. Por eso me apasiona la reproducción asistida. En este caso, el bien sería colectivo. Concertarlo es uno de mis sueños. Estoy en eso y sé que lo voy a lograr”, asegura.

 

 

 

Su ser tusán

Arturo, al recordar a sus ancestros señala: “Mis abuelos, tanto paternos como maternos, son de origen chino. Nací cuando mi abuelo materno ya había fallecido. Entonces, no tuve su historia completa. Fue hijo de chinos, pero nació en Perú. Siendo joven fue mandado a China, regresó después de unos años y radicó en Piura. Allí, en segundas nupcias, es que nace mi mamá. Vivió hasta los noventa y tantos años. Él se cambió de apellido y terminó siendo Díaz. Mi abuelo paterno, en cambio, mantiene su apellido, porque vino con su familia pero ya al Perú, donde se casa con una hija de chino, nacida en el Perú, de apellido Chong. Entonces, mi papá es Justan Chung Chong, se conoce en la universidad con mi mamá Lida Díaz y se casan. De allí nacimos mi hermano Paulo y yo.

 

La reproducción asistida en vicuñas sería de gran beneficio para las comunidades encargadas de su crianza.

 

 

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